La pantalla te mira, descarada, se sabe tu dueña. Se sabe poderosa, porque cada día, en un momento u otro, te sentarás delante de ella y tus ojos se perderán en sus pixeles mutantes. Y volverás a ser suyo.
Momentos congelados para su consumo futuro.
sábado, 3 de octubre de 2009
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