Todo el mundo necesita comer: transformar el alimento en energía potencial. A veces, esa comida se vuelve manduca, sobre todo cuando el asunto es acabar pronto, no molestarse mucho. Entonces, reconviniendo nuestro instinto ancestral, abrimos el frigorífico y sacamos aquello que menos esfuerzo nos va a consumir. Así ganamos un tiempo que podremos malgastar en cualquier otra cosa y en cualquier otro momento.
Momentos congelados para su consumo futuro.
lunes, 5 de octubre de 2009
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